lunes, 29 de julio de 2019

EHUNMILAK 2019 TOLOSA - BEASAIN ( SEGUNDA PARTE)


Tolosa - Amezketa  19 km 930+  920-
Tiempo límite: 24:00 horas  Tiempo invertido: 21:05 horas


Tras descansar unos 50 minutos y poder comer y cambiarme de ropa salgo del avituallamiento. Pedro,Cristina y Antonio me acompañan unos metros y nos despedimos hasta el siguiente punto. Me pongo en marcha mentalizado que en ese momento comenzaba una nueva carrera, los compañeros no habían llegado todavía a Tolosa y Alberto llegó unos 40 minutos después que llegará yo así que tocaba afrontar esta segunda parte de carrera en solitario. 

Atravieso un polígono y me vienen a la mente los momentos vividos en 2017, aquella vez atravesé aquel polígono en un estado lamentable y destrozado físicamente. Después de 50 minutos parado a mi cuerpo le cuesta arrancar y marcar un ritmo decente, a pesar de no haber subidas largas y no tener mucho desnivel, me cuesta subir. 

Entro en un tramo de bosque precioso que me hace recuperar un poco las energías, decido subir un poco el ritmo y aprovechar alguna bajada para caminar rápido. Llego a la zona donde en el 2017 tuve que parar casi 30 minutos a descansar y me anima ver que estoy bastante bien físicamente, inicio la subida por un largo tramo de camino asfaltado. A mitad de camino veo que en una casa particular habían dejado una garrafa de agua con un vaso para que los corredores pudieran beber agua fresca, me paro un momento y me bebo dos vasos de aquel agua fresquita. 

Acaba el asfalto y entro en una pista de tierra, la subida es progresiva y voy a buen ritmo. Recuerdo que en el 2017 hice aquel tramo bastante rápido a pesar de estar destrozado, decidí no forzar y subir a buen ritmo pero sin quemar toda la energía. Una vez llego al final de la subida me toca descender, bajada muy cómoda atravesando un bosque de película. Casi sin darme cuenta veo que estoy llegando al avituallamiento de Jazkue Gaina, un avituallamiento situado en medio de un camino.

Llegando a Jazkue Gaina.
Tras comer alguna cosa y beber algo me puse de nuevo en marcha. Solo salir del avituallamiento se subía por una pista durante 1 km pero sin apenas desnivel, después se descendía por unos bonitos senderos y se llegaba a un camino asfaltado. 


Desde el camino se divisaba un pueblo y pensé que era Amezketa que era el siguiente punto de avituallamiento, como vi que iba a llegar mucho antes de lo que había calculado decidí llamar a Cristina para decírselo. Estaban en un bar esperando que les trajeran la comida y se quedó sorprendida, pero me dijo que comían rápido y se iban hacia el avituallamiento. Me apetecía tomar una cerveza con limón así que le dije a Cristina que me llevará una. Bajé aquel camino asfaltado corriendo bastante rápido ya que me encontraba bastante bien. Una vez llegué al pueblo me quedé sorprendido ya que aquel pueblo no era Amezketa, rápidamente llamé a Cristina para decirle que comieran tranquilos que a mí aún me quedaban 4 kilómetros para llegar.

Vistas antes de llegar a Amezketa.
Solo salir del pueblo se subía por un bonito sendero rodeado de ovejas pastando, al no esperarme aquella subida me costó un poco llegar hasta la cima. Una vez arriba ya si que se veía el pueblo de Amezketa al que se llegaba prácticamente igual que al pueblo anterior, descendiendo por una pista asfaltada. Nuevamente me puse a trotar, al llegar a la carretera principal se entraba en el pueblo. Allí me puse a caminar y cuando estaba a punto de llegar al avituallamiento vi como Cristina, Pedro y Antonio salían del bar donde habían comido. Me acompañaron hasta la entrada del avituallamiento, yo entré por un lado y ellos se fueron por el otro a esperarme en la puerta. Cuando entré al avituallamiento comenté en la mesa de control que mi dispositivo GPS había dejado de emitir señal. Me cambiaron el dispositivo y me fui directamente a por comida y bebida.


Amezketa - Etxegarate 34km  2745+  2400-
Tiempo límite: 34:50 horas Tiempo invertido: 30:34 horas

Según había leído, a partir de Amezketa empezaba el tramo más duro de la carrera. Pues estaba en el km 96 y aún me quedaban unos cuantos km por delante así que si allí empezaba lo más duro, sería cuestión de tomárselo con calma. Desde allí se iniciaba la larga subida hacia el Txindokiko. Por suerte ya sabía cómo era el terrero porque en agosto del 2017 estuve haciendo la distancia que separaba Amezketa de Beasain por tramos junto a mi amigo Jordi Subirà. De todos modos no me tenía que confiar y debía regular para llegar en condiciones al tramo final de la carrera. 

Antes de salir del avituallamiento a afrontar la temida subida Cristina me dijo que si quería ponerme crema en la entrepierna. Le había comentado que hacía unos kilómetros que me notaba un poco escocida la zona, de todos modos le dije que allí no me pararía. Que si podía me esperara en el merendero que había más arriba y allí me pararía a ponerme la crema depende de como me viera. Solo salir del pueblo rápidamente se encaraba la subida, primero por un sendero bastante cerrado y en el que el calor era asfixiante y después por una larga pista ascendente. 

Cuando estaba a punto de llegar al merendero, vi a lo lejos a Pedro subido en un muro animándome. Cuando llegué donde estaban esperándome le pedí a Cristina si me podía dar la crema, me paré en un rincón del camino y me la puse. Le comenté a Pedro si me había traído la cerveza con limón, me comentó que me la había cogido cuando llamé antes de llegar a Amezketa o cuando yo creía que llegaba, así que se la tuvo que beber para que no se calentara. Cristina me trajo una del bar del merendero y me senté cinco minutos a disfrutar del momento mientras hablaba con Pedro de lo que me quedaba. Una vez hidratado me puse en marcha. Me despedí de mi equipo de apoyo ya que no nos veríamos hasta Lizarrusti. 
Momento cervecita en el merendero.
Afrontaba la subida en solitario pero con muchas ganas de ver cómo me iría. Los recuerdos de la subida al Txindokiko en carrera no eran los mejores, en el año 2017 tuve que tomar la decisión de abandonar al tener principio de hipotermia así que esperaba que el tiempo no me jugara una mala pasada. 

El tramo inicial de la subida a pesar de ser el más fácil me lo tomé con mucha calma, una vez entré en el sendero la cosa se ponía seria y el desnivel más severo. A medida que iba subiendo me iba cruzando con vacas y excursionistas por igual. 

El Txindoki es un monte muy concurrido en fin de semana así que ya imaginaba que me encontraría gente. A mitad de subida me paré en una fuente a beber un poco de agua fresca y sentarme cinco minutos a descansar, a partir de aquel punto el sendero picaba fuerte hacia arriba pero yo me encontraba bien y estaba subiendo a muy buen ritmo.

Ascendiendo hacia el control del Txindokiko Lepoa.
 
El tiempo no tenía nada que ver con el que me encontré en el 2017, ni rastro de la niebla y una temperatura perfecta para caminar. Una vez arriba se cruzaba un paso de madera y el camino giraba para subir por una pradera de hierba muy inclinada, a medida que iba subiendo veía como la niebla iba adentrándose en la montaña. Por suerte poco antes de llegar al control del Txindokiko la niebla desapareció por completo dando paso a un paisaje de ensueño. 

La niebla daba paso al paisaje.

Me paré un momento en una fuente unos metros antes de llegar al control y enseguida llegué a la carpa donde estaba situado. Solo llegar me dijeron que me tenían que cambiar el localizador GPS ya que por lo visto el que me habían dado en Amezketa no funcionaba tampoco. 


El pastor del Txindoki.
Salí del control muy contento ya que las sensaciones que tenía eran muy buenas. Tras el control se seguía subiendo un poco y ante mis ojos se mostraba un paisaje espectacular, un valle inmenso de verdes prados con caballos pastando. 



Inmenso valle con caballos pastando.



Aún me quedaba un tramo rompepiernas antes de iniciar el descenso hacia Lizarrusti. Había que subir un par de largos prados de hierba esquivando a los caballos, después de aquellas dos subidas se llegaba a un sendero donde se podía trotar un poco. En aquel sendero en el año 2017 me cayó granizo, había niebla y hacía mucho frío. Nada que ver con este año donde había una temperatura estupenda.


El sendero que iniciaba el rompe piernas.
 
Solo salir de aquel sendero se ascendía hacia una cima atravesando una zona rocosa, tras coronar aquella cima se descendía por un tramo repleto de rocas y con algún tramo técnico. Al descender por aquel tramo te quedabas sorprendido de que por allí hubiera gente animando y alguna tienda de campaña. Antes de llegar al avituallamiento de Urrain se atravesaba el tramo más duro de todo el ascenso. Un continuo sube y baja por zona rocosa. A medida que iba avanzando la niebla hizo acto de presencia y la temperatura bajó bastante haciéndome parar a ponerme la camiseta de manga larga. A parte la visibilidad era escasa y tenías que ir al tanto de no despistarte. Llegué al avituallamiento y me encontré unos cuantos corredores.

No tenía ganas de comer y solo quería beber un poco de líquido. Solo me quedaba subir una pequeña cima y ya encararía el descenso. Una vez en la cima me puse a trotar, cuando había descendido unos metros me tuve que parar a quitarme la camiseta de manga larga ya que tenía mucho calor. Mientras estaba parado me adelantaron varios corredores, la verdad es que la posición en carrera no me importaba en absoluto.

Ultima cima del tramo del Txindoki.
Ya llevaba 107 kilómetros de carrera y la bajada a la que me iba enfrentar era bastante inclinada, una ladera repleta de rocas blancas en la que se seguía un sendero formado por las pisadas de los excursionistas. A pesar de la inclinación y el tipo de terreno bajé bastante rápido. Poco a poco las rocas iban desapareciendo del terreno y se abrían más claros donde se corría mucho mejor. Así casi sin darme cuenta estaba pasando por la zona donde me tuve que retirar en el 2017, este año en aquella caseta no habían puesto el puesto de la cruz roja, supongo que aquel año estaban allí por las condiciones meteorológicas que se dieron. 

Descenso vertiginoso por inclinados prados.

Tras pasar aquella caseta se iniciaba una carrera totalmente nueva para mí, a partir de aquel punto todo seria nuevo a pesar de conocer a lo que me enfrentaba. Una cosa es ir a reconocer el terreno en un entreno en el que vas fresco y otra enfrentarse a aquel terreno después de 107 kilómetros de carrera, con más de 24 horas caminando y con un desgaste importante en las piernas. Desde aquella caseta hasta Lizarrusti había que pasar una zona boscosa con alguna acumulación de barro importante. Solo salir del bosque se subía por una pista y se llegaba a un gran embalse que se bordeaba. Solo pasar el embalse se entraba en un bonito bosque pasando incluso un túnel excavado en la roca, no me podía creer que estuviera llegando al avituallamiento de Lizarrusti de día. 

Me encontraba muy bien físicamente y además iba muy por debajo del tiempo que había calculado para llegar hasta allí, me acercaba al avituallamiento y observé que Cristina, Pedro y Antonio no se habían dado cuenta que llegaba o no me esperaban tan pronto allí. Una vez entré en el avituallamiento, ellos entraron conmigo y estuvimos hablando de como me encontraba.

Antonio, Pedro y Cristina equipo de apoyo en Lizarrusti.


Con Cristina en Lizarrusti.

Me despedí de ellos y les dije que venía un tramo en el que mínimo podría estarme 4 horas ya que eran 14 kilómetros. A pesar de que en el avituallamiento habían más corredores yo salí solo. Me disponía a enfrentarme a la temida segunda noche. Hasta ese momento había tenido algún momento donde me había dado algo de sueño, pero no me había venido la crisis de sueño severa. 

Comienzo a subir por el bosque y veo que viene un corredor de cara, le pregunto que si tiene algún problema y me dice que se había rayado y lo dejaba, le dije que se viniera conmigo que seguro que aquel momento pasaría pero estaba decidido a abandonar. Nos deseamos suerte y yo seguí mi camino, a medida que iba subiendo la niebla se iba apoderando del bosque. Recordaba que aquella subida era bastante inclinada de cuando fui a entrenar, por lo que decidí subir a ritmo tranquilo. A medida que iba subiendo la niebla era más densa y además me estaba empezando a dar sueño, cuando llegué al final de la subida me tocaba enfrentarme a un tramo larguísimo de continuas subidas y bajadas. Un tramo que se me hizo eterno, la niebla era tan espesa que no veía a más de 1 metro, no conseguía ver las señales, estaba totalmente solo y además se me cerraban los ojos por el sueño. Si no fuera poco todas aquellas adversidades, se puso a soplar el viento y comenzó a llover, tocaba utilizar la mente para pasar aquel mal momento. Tuve que pararme a sentarme en una piedra a cerrar un poco los ojos varias veces, además también tuve que mirar el track en el reloj para poder ir por el camino correcto ya que me salí de la trayectoria tres o cuatro veces. 

Avanzaba a un paso bastante rápido pero a mi me daba la impresión de estar siempre en el mismo sitio, tras llevar unas dos horas luchando contra todas aquellas adversidades escuché que por detrás llegaban corredores. Decidí aflojar un poco haber si me podía juntar a ellos, cuando me pasaron me di cuenta que llevaban un ritmo muy alto y a mi las fuerzas me fallaban debido al sueño que tenía. De repente y en medio del camino me encontré con un avituallamiento, me tomé un vaso de cola para ver si me despejaba un poco pero no hizo mucho efecto. 

Recordaba la bajada hacia Etxegarate como un sendero que bajaba por una ladera resbaladiza, pero al ser noche cerrada y con niebla bajé por allí casi sin darme cuenta que estaba descendiendo aquel tramo. Al fondo ya se veían las luces de la autovía y eso quería decir que el avituallamiento estaba cerca, a medida que me acercaba pensé que allí tenía que intentar dormir al menos 30 minutos. Cristina, Pedro y Antonio no se dieron cuenta de que yo llegaba hasta que estuve a su altura, ya que con la luz del frontal encendida no veían bien y no me reconocieron. 

Cuando entré en el avituallamiento le comenté a Cristina que me iba a ir a tumbar un rato, el avituallamiento estaba en una carpa, pero la zona habilitada para tumbarse estaba en una casa justo al lado. Al entrar observé que aquello estaba a tope de corredores descansando, me colocaron en un rincón que estaba muy cerca de la puerta. Me tumbé para ver si podía dormir algo pero a los 5 minutos me levanté dispuesto a continuar. Estaba incómodo y además entraba frío por la puerta así que como no quería pillar frío en el cuerpo me levanté para ir a la carpa y cambiarme de ropa. Cristina me ayudó mientras yo me cambiaba de ropa y Pedro y Antonio se ofrecían a traerme comida y bebida, estaba un poco destemplado por lo que me tomé dos vasos de caldo. Me puse una camiseta térmica, los manguitos y una camiseta de manga larga para el frío. Yo sabía que en cuanto empezara a caminar me iba a sobrar toda la ropa pero por si acaso salía equipado. Me despedí de mi gran equipo de apoyo y quedamos en vernos por la mañana.




Etxegarate - Outzurtza  18 km  1650+ 1600-
Tiempo límite: 42 horas  Tiempo invertido: 37:52 horas

Tras dejar atrás el avituallamiento, cruzo la autovía por un paso subterráneo y atravieso un par de pasos de madera. Tras caminar por el borde de una acequia llegué al parking del área de servicio, tras atravesar un prado de hierba decido pararme porque me estoy muriendo de calor. Me quedo solo con la camiseta térmica y los manguitos, vuelvo a encontrarme en la misma situación que cuando salí de Lizarrusti, me enfrento a un nuevo tramo nocturno en solitario.
Saliendo de Etxegarate.
Subo por una pista ancha y me entra sueño, aprovecho que es camino ancho y voy caminando con los ojos cerrados. Tras un buen rato subiendo y bajando siempre por camino ancho llego a una carretera, allí me encontré con dos voluntarios que controlaban el paso de los corredores. Proseguí mi camino siguiendo una carretera asfaltada, a medida que se iba ascendiendo el camino iba siguiendo el asfalto y atajando las curvas metiéndose en pequeños tramos de sendero. 

El sueño volvía a llamar a la puerta y cada vez me costaba más avanzar, subía a un ritmo lento pero intentaba no parar. Cuando ya pensaba que había llegado arriba decidí tumbarme un rato en el suelo para cerrar los ojos, estuve dos minutos y me puse de nuevo en marcha. Hasta llegar a San Adrian aun tuve que hacer un largo tramo de pista. Por fin tras un buen rato vi el caserío donde estaba situado el avituallamiento. 

Al llegar me encontré con 4 corredores, los del control nos comentaron que desde la organización recomendaban que subieramos en grupo ya que en las zonas altas había mucha niebla. Observé la silueta de la montaña y no se veía tapada por la niebla, pero bueno si desde la organización recomendaban ir en grupo sería cuestión de juntarse a aquellos corredores. 

Tocaba enfrentarse a la última subida seria de la carrera, había que ascender al Aizkorri. Al poco de salir del avituallamiento los corredores con los que había salido me dejaron atrás ya que llevaban un ritmo más alto que el mío, yo no me puse nervioso pues sabía que si iba subiendo a mi ritmo acabaría por atraparlos. Pasar por la cueva de San Adrian de noche no es lo mismo que cuando pasas a plena luz del día, pero tiene un encanto especial. 

A partir de cruzar la cueva se iniciaba la parte dura del ascenso, se cogía la senda denominada camino del calvario y el camino comenzaba a inclinarse cada vez más. El sueño que me había entrado en el tramo hasta llegar a San Adrian había desaparecido y comenzaba a encontrarme bien, decidí aumentar un poco el ritmo de subida. Avanzaba a buen ritmo y pensando en que pronto llegaría al tramo de la cresta aérea. Al llegar me tuve que parar para ponerme el cortavientos ya que la temperatura descendió en picado. 

Había conseguido juntarme a dos corredores y continuamos subiendo juntos. El tramo de la cresta es espectacular cuando lo haces de día, pero de noche lo afrontas de otra manera. Iba con precaución ya que cuando llegabas a una zona expuesta el viento te empujaba y podía ser peligroso, paso a paso y sin detenerme llegué a la caseta que precede la cima del Aizkorri. Y pensar que en este mismo punto a principios de junio se congregaba una gran multitud para seguir la Zegama- Aizkorri y yo estaba pasando por allí solo.

Como todavía era de noche no me pude hacer la foto en la cima que inmortalizara mi paso por allí. El tramo de cresta hasta iniciar la bajada lo hice a buen ritmo a pesar de ser bastante técnico y de soplar viento. Justo antes de empezar a descender empezaba a clarear, me paré un momento y me quité el frontal y el  cortavientos ya que empezaba a notar calor. Los pies me empezaban a doler bastante debido a las horas y kilómetros acumulados. 

La bajada era muy técnica pero por suerte la roca no estaba mojada y se podía ir bajando a ritmo lento pero sin caídas. Una vez abajo me encontré en una caseta unos cuantos voluntarios que te ofrecían bebida, yo iba bastante bien de líquido por lo que decidí no parar. Eso si aproveché para quitarme ropa y ponerme la camiseta del club para llegar con ella a meta, solo salir de aquella caseta se seguía un camino ancho hasta un prado. Allí nos desviaban a la derecha y venga otra vez para arriba, tocaba afrontar esta vez sí la última subida seria de la carrera. 

Pues nada tocaba agachar la cabeza y subir paso a paso y disfrutando del entorno por el que discurría la subida. Cuando llegué al final de la subida ya tenía prácticamente todo el desnivel positivo de la carrera.


Encarando los metros finales de la ultima subida.
Comencé a descender por una zona rocosa vigilando donde pisaba pues los pies me dolían bastante. El descenso se me hizo muy largo ya que aunque aún tenía fuerzas para trotar en algunas zonas el camino era un constante cambio de terreno, raices, piedras, barro, sendero y pista. 


Inicio del descenso hacia Outzurza.

Tras un buen rato bajando y después de una pequeña subida por pista ancha llegué al avituallamiento de Outzurza. Allí encontré a varios corredores y entre ellos dos chicos catalanes a los cuales conozco del strava Francesc y David. Francesc uno de los chicos estaba un poco mareado pero dispuesto a continuar, tras reponer fuerzas me puse en marcha junto con Francesc y David. 




Outzurza - Beasain (meta)  20 kilómetros 325+  1050-
Tiempo limite: 48 horas  Tiempo invertido: 42:26 horas

Subida por pista suave y descenso combinando pista, sendero y asfalto hasta el pueblo de Zerain. Mi sorpresa fue al llegar al pueblo que escuché como me llamaban, era Pedro que se había acercado hasta el camino para recibirme. Si Pedro estaba allí eso quería decir que mi equipo de apoyo se habían desplazado hasta allí para animarme. Pedro me acompañó unos metros hasta que llegamos donde estaban esperando Cristina y su padre.

Con Pedro llegando a Zerain.
Tras saludarlos me siguieron unos metros hasta el centro del pueblo, como los compañeros se me distanciaban me despedí de mi equipo de apoyo y me puse a trotar para pillarlos. Nos quedaban unos 3 kilómetros hasta el último avituallamiento de la carrera, solo quedaba bajar y llanear hasta Mutiloa. La bajada la hicimos trotando pero el llano caminando a buen ritmo. 

Solo entrar en las calles de Mutiloa salieron a recibirme Cristina, Pedro y Antonio. Entré en el avituallamiento con la idea de parar poco rato pues lo que quería era acabar.

Avituallamiento de Mutiloa.
Ya solo quedaban 10 kilómetros, salimos del avituallamiento Francesc, David y una chica que tenia un dolor tremendo en los pies. Solo salir de Mutiloa había que enfrentarse a la última subida de la carrera. A medida que íbamos subiendo la chica se iba quedando cada vez más atrás hasta que la perdimos de vista. Al llegar arriba pasamos junto a un merendero, después entramos en una zona que a mi se me hizo interminable. Yo ya no tenía ganas de trotar por lo que me puse a caminar, los compañeros se habían alejado y me encontraba de nuevo solo. 


De repente apareció por detrás Martin que me pasó corriendo y al poco llegó la chica con la que habíamos salido de Mutiloa, le dolían mucho los pies y me dijo que solo corriendo se le aliviaba el dolor. Fuimos un rato juntos pero a la que vino una bajada echó a correr y desapareció de mi vista. Tras un buen rato caminando por un camino en el que parecía que siempre estaba en el mismo sitio, llegué a una casa donde habían puesto una mesa y ofrecían bebida y carne recién hecha a los corredores. 

Me ofrecieron un trozo de lomo y no me pude negar, me comí hasta tres antes de ponerme de nuevo en marcha. Pregunté cuánto quedaba y me dijeron que unos 4 kilómetros. El rodeo antes de entrar en el pueblo fue larguísimo pero por fin encaraba la recta final de carrera. 

Ya estaba en el asfalto y solo me quedaba una larga recta de 2 kilómetros a meta, a medida que avanzaba iba recibiendo los ánimos de la gente con la que me cruzaba. Casi sin darme cuenta crucé el arco que indicaba 1 kilómetro a meta. Al poco de cruzar el arco conseguí atrapar a Francesc y David. Mientras avanzabamos escuché que me decían "Blas vente conmigo", era Guillem Prat que estaba llegando de hacer la Marimurumendi. 

El ritmo que llevaba era alto pero me junté a él dejando atrás a los compañeros. Ya en la recta de meta te encontrabas con una gran multitud de gente animando. A medida que iba corriendo iba espoleando a la gente a que nos animara. Pedro había ido a esperarme unos cuantos metros atrás de meta para grabar mi llegada ya que Cristina me esperaba en meta que con el embarazo no podía correr.

Antes de entrar en meta Guillem me dejó pasar delante de él para que disfrutara del momento. Por fin lo había conseguido era finisher de la Ehunmilak. Al llegar le dí un beso a Cristina y nos abrazamos y después fui a abrazarme con Pedro y Antonio. 

Llegando a meta junto a Guillem Prat.


Sueño cumplido Finisher de Ehunmilak.

Con Oriol, Guillem y Adria Prat.

Tras comer alguna cosa y recoger el regalo de finisher me fui para la ducha. Después comimos en el pabellón con Ana y Martí que estaban por allí. Tras la comida al coche y para casa, había terminado la aventura de las 100 millas. ¿Cuándo tendremos una nueva aventura?

174 Kilómetros

9565 Metros de desnivel positivo

9565 Metros de desnivel negativo

19130 Metros de desnivel total

42:26 Horas

En conclusión, la Ehunmilak es una carrera diferente al resto. El marcaje de la carrera es muy bueno y excepto alguna zona donde la niebla era intensa, era imposible perderse. 
El ambiente durante la carrera es impresionante, las cimas en horas de día estaban repletas de gente animando, encontrarse gente en plena noche en medio de la nada animando te da motivación para seguir caminando. 
Los avituallamientos estaban muy surtidos y quizás yo hubiera añadido agua con gas en alguno, los avituallamientos extra te daban la vida. 
En el tema físico me he encontrado muy bien, solamente ya en los últimos 30 kilómetros empecé a notar dolor en la planta del pie y alguna molestia en la rodilla. 

Ha sido un placer poder compartir kilómetros con Alberto Ahumada, al que felicito por lograr finalizar sus primeras cien millas, también poder compartir algún km con Francesc y David y la recta final de la carrera junto a Guillem Prat. Felicitar a Martín por haber logrado acabar otra carrera de cien millas, es todo un devora kilómetros. A Xavi por su segunda Ehunmilak y sobre todo a Vicenç que tenía muchas ganas de acabarla y estoy muy contento por él.  Lástima que Marti tuviera que dejarlo. 

Acabar esta carrera no hubiera sido posible sin un equipo de apoyo como el que llevaba, Antonio que se prestaba a ayudar en lo que fuera necesario en cada avituallamiento además de darme ánimos, Pedro que a parte de ayudarme en cada avituallamiento me venía a recibir y me sacaba una sonrisa cada vez que lo veía y como no Cristina sin ella no podría acabar las locuras a las que me apunto, preocupándose que no me faltara nada y organizandome las bolsas de vida para que yo solo me centrara en descansar y en comer. Agradecerle a Antonio y Pedro que me acompañaran en esta aventura, parte de mi éxito es suyo y a Cristina decirle que la quiero muchísimo.

El mejor equipo de apoyo.


Con Cristina, sin ella no seria lo mismo.


miércoles, 24 de julio de 2019

EHUNMILAK 2019 BEASAIN - TOLOSA


Por fin llegó la carrera que llevaba esperando todo el año, la Ehunmilak (las cien millas vascas). Este año iba a ser mi tercera participación, la primera vez que participé fue el año 2017 pero cuando iba por el km 107 lo tuve que dejar por un principio de hipotermia. El año pasado fue mi segundo intento, había entrenado bien y llegaba muy preparado tanto física como mentalmente, pero lamentablemente las tormentas eléctricas me privaron de ser finisher. Este año era mi tercera participación, ¿Sería esta la definitiva? ¿Tendríamos buen tiempo? ¿Tendría algún problema muscular?

La Ehunmilak es una espectacular Ultra Trail que se celebra en el País Vasco. Se recorre por los mágicos montes de 5 comarcas de Euskal Herria, el Goierri, Urola, Urola Kosta, Debagoiena y Tolosaldea. La carrera surgió de la idea de su organizador ya que un día participó en la UTMB (Ultra Trail du Montblanc) en Francia y quedó enamorado de la prueba. Después de participar en aquella prueba pensó, por qué no se puede hacer una prueba parecida aquí en mi tierra y así nació la Ehunmilak que en euskera quiere decir cien millas.

Durante el fin de semana se celebran tres pruebas:
La Ehunmilak Ultra-Trail con salida el viernes a las 18:00h y con 168 kilómetros y 11000 metros de desnivel positivo.
La G2haundiak Goierri Trail con salida el viernes a las 23:00h y con 88 kilómetros y 6000 metros de desnivel positivo.
La Marimurumendi maratón con salida el domingo a las 8:00h y con 42,195 Kilómetros y 2300 metros de desnivel positivo.

Este año se celebraba la décima edición de la prueba reina y los dorsales de todas las carreras se habían agotado por primera vez, además también se había superado el record de voluntarios con 1600, a más de un voluntario por corredor.

La aventura daba inicio el jueves después de trabajar, al mediodía nos pusimos dirección a Beasain toda la expedición de la Ehunmilak. En esta nueva aventura me iba a acompañar un gran equipo de apoyo, mi mujer Cristina, mi suegro Antonio y mi amigo Pedro de Martorelles que iba a debutar en el seguimiento de una prueba de larga distancia. Tras varias paradas para descansar por el camino por fin llegábamos a Beasain, tras acomodarnos en el hotel esperamos a que llegaran dos amigos del CEI, Vicenç que correría conmigo la carrera y Maite su mujer. Cuando llegaron nos fuimos a cenar a un bar que conocíamos de años anteriores. Tras una buena carga de energía tocaba irse a descansar para el día siguiente donde Vicenç y yo nos íbamos a enfrentar a una gran aventura.

Viernes 12 de julio horas previas a la carrera.
Cristina y yo nos levantamos pronto y nos pusimos a preparar las cosas que iba a meter en las bolsas de vida y acabar de cargar algunas cosas que me quedaban, a las 8:30h nos fuimos con Pedro y Antonio hacia el pueblo para desayunar, Vicenç y Maite vendrían más tarde. Cuando estábamos almorzando vimos que llegaban Jordi Cot un amigo de Monzón y Borja amigo de Jordi. Se sentaron con nosotros y enseguida llegaron Vicenç y Maite, después de un rato de buena tertulia nos dirigimos todos en busca del dorsal. La recogida de dorsales es todo un ritual en la Ehunmilak, primero entras en la zona de recogida de dorsales, pasas una primera mesa donde enseñas el dni y te dan una hoja con todo el material que has de llevar. Lo siguiente es pasar por otra mesa para enseñar todo el material obligatorio, si lo leéis bien hay que enseñar absolutamente todo el material que te exigen. Una vez revisado el material te hacen pasar por otra mesa en la que te colocan una brida conforme tu mochila esta revisada, de allí pasas a otra mesa donde te entregan el dorsal y el localizador GPS. En la siguiente mesa te entregan una camiseta conmemorativa, en la siguiente te entregan las bolsas para las dos bases de vida Tolosa km 77 y Etxegarate km 130 y por último te entregan un vaso y una bolsa para desechos y te hacen coger un papel de un sorteo, ni que decir tiene que no me tocó nada jejeje.

Justo cuando salimos de la entrega de dorsales nos encontramos con Xavi Cots también del CEI que también venía a correr, Xavi se vino con nosotros y tras la recogida de dorsales nos hicimos las típicas fotos de grupo, después fuimos al hotel para preparar las bolsas de vida. Una vez preparadas volvimos al pueblo para ir a hacer unas tapas, antes de ir hacia el bar donde tomaríamos las tapas me encontré con Alberto Ahumada que debutaba en unas cien millas. Tras tomar unas tapas nos dirigimos todos hacia la pasta fiesta, una comida gratuita para corredores y donde podían comer los acompañantes por un módico precio.
La expedición de la Ehunmilak al completo.


Comiendo en la pasta fiesta.
Tras recargar energías fuimos a entregar las bolsas de vida a la zona de salida y después nos dirigimos hacia el hotel para intentar dormir algo de cara a la carrera, si todo iba bien iban a ser dos días sin dormir. La verdad es que me tumbé y conseguí dormir media hora, pero lo importante es que había descansado unas dos horas tumbado en la cama. A las 16:15h me levanté de la cama para ducharme y comenzar  a vestirme, había estado dudando si salir con las bambas nuevas o utilizar unas viejas y finalmente me decidí por utilizar las viejas y si no tenía buenas sensaciones cambiarlas en algún punto ya que Cristina las llevaría siempre con ella. 

A las 16:45h nos fuimos todos hacia la zona de salida, el ambiente era espectacular. Las calles de Beasain se iban llenando de gente, los corredores iban llegando en cuentagotas. Antes de entrar al corralito vimos al gran favorito Javi Domínguez, un corredor elite mezclado entre corredores amateurs es una cosa que solo sucede en las carreras de montaña.  Cuando entras en el corralito te hacen un nuevo control de material, esta vez solo me pidieron si llevaba la manta térmica, menos mal porque lo llevaba todo muy bien puesto en la mochila. Nos sentamos en un rincón y enseguida vimos entrar en el corralito a Jordi Cot y Borja, nos pusimos a hablar un rato. Cuando quedaban unos 20 minutos para dar la salida les dije a los compañeros que a mí me gustaría salir desde lo más adelante posible,  no con la intención de ir rápido sino de no pillar mucho atasco. Cuando quedaban unos 15 minutos para salir vimos que llegaba Martí, el compañero del CEI que quedaba por llegar, a 10 minutos de salir tocan la txalaparta un instrumento de percusión, tradicional del país vasco. 
Con los compañeros del CEI preparados para disfrutar.

También hicieron un canto en Euskera, el organizador de la carrera nos hizo una breve explicación de cómo iba a evolucionar la meteorología y al parecer la noche del sábado al domingo iba a ser movidita. A 5 minutos de la salida bailaron el El aurresku de honor (una danza vasca que se baila a modo de reverencia).

Había llegado el gran momento, comenzaba la cuenta atrás en vasco y arrancamos el sueño de las cien millas.


Viernes 12 de julio 18:00h la carrera.

Beasain – Zumarraga 21,63 km 1850+ 1230-
Tiempo límite: 4:25 horas tiempo invertido: 3:23 horas

Los primeros metros por las calles de Beasain es una experiencia indescriptible, adrenalina a tope porque ya has empezado la carrera y una multitud animándonos a nuestro paso.
Las calles de Beasaín repletas de gente.
Al pasar por donde estaban Cristina, Pedro, Antonio y Maite les saludo y sigo corriendo por la inercia de seguir al que llevas delante. Los primeros metros de las carreras en subida siempre me cuesta mucho arrancar, Vicenç me lleva unos metros de ventaja pero le sigo de cerca. Los primeros dos kilómetros son por asfalto y siempre en ascenso, mi idea era intentar hacer todo ese tramo corriendo para intentar no pillar un tapón que se forma algo más adelante. Vicenç poco a poco se va quedando atrás, acabado el asfalto se iniciaba una subida por pista ancha en la que me puse a caminar rápido. Justo antes de entrar en aquella pista me encontré con Alberto Ahumada que había salido muy rápido, le comenté que debía dosificar sino más tarde lo podría pagar. Mientras subía a buen ritmo me adelantaron Jordi y Borja, unos metros más adelante llegué a la zona del atasco. Se dejaba la pista y se entraba en un sendero, la entrada del sendero era estrecha y se forma tapón todos los años. El año pasado perdimos 10 minutos en ese tramo, por suerte no estuve ni dos minutos. El sendero tenía una inclinación considerable pero era muy corto y nuevamente se salía a la pista ancha, miré hacia atrás para ver si veía a Vicenç, Martí y Xavi pero no los veía. Se continuaba subiendo por camino ancho y con un paisaje magnífico, pasando junto a un caserío. La pista iba subiendo y subiendo hasta que de repente vi al fondo la antena y la enorme cruz que había en la primera cima de la carrera, al llegar arriba te recibía una gran multitud de público.
Llegando a Usurbe la primera cima de la carrera.
Ya tenía hecha la primera subida, antes de arrancar hice unas fotos y miré para ver si veía a los compañeros. Decidí que esperaría zumarraga para ver cómo iban, tocaba descender por un divertido sendero entre frondosa vegetación.
Disfrutando por los senderos.

Al final del sendero se llegaba a un cruce repleto de gente animando, nuevamente se iniciaba una nueva subida por pista. Al final de la subida se descendía por un bonito prado verde donde aproveché para trotar un poco, me estaba encontrando bastante bien pero tenía que dosificar energías. 
Alfombra de hierba para descender.
Tras el descenso se subía una pequeña colina y nos adentramos en un bonito bosque, decidí caminar rápido y no malgastar energías en el llano y disfrutar de aquel maravilloso entorno. Tras cruzar el bosque se descendía por sendero y rápidamente se llegaba a las proximidades del avituallamiento de Mandubia, antes de llegar al avituallamiento y en el interior del bosque se reunían grupos de personas formando pasillos animando a los corredores. La llegada al avituallamiento de Mandubia es uno de los momentos más espectaculares de la carrera, un enorme pasillo humano da la bienvenida a los corredores y llegas allí con la energía a tope. Justo antes de entrar al avituallamiento escuché que gritaban mi nombre, miré y vi que era Oriol Prat que había venido junto a sus hermanos a correr la Marimurimendi.
En el avituallamiento de Mandubia.
Entré en el avituallamiento y me comí algo de fruta y tomé un botellín entero de isotónico, antes de arrancar me acerqué a la valla y hablé un poco con Oriol. Ya cuando me iba saludé a los hermanos Prat Adrià y Guillem, ya llevaba 10 kilómetros de carrera y las sensaciones eran buenas hasta aquel momento. A pesar del rato que estuve en el avituallamiento los compañeros no llegaban, solo salir del avituallamiento me encontré con Martin un compañero de Aragón con el que he coincidido en varias carreras. Tras una subida por pista se llegaba a una ermita donde nuevamente te encontrabas con mucha gente animando. 
Llegando a la ermita.

El día estaba siendo muy bueno en el aspecto meteorológico lo que beneficiaba para que la gente se congregara a animar. Solo salir de la ermita se descendía por una pista bastante inclinada y después se llaneaba durante un buen rato para nuevamente subir, en las subidas me lo tomaba con calma y marcaba un ritmo cómodo pero sin forzar. Tras la subida se descendía por una pista y ya se podía ver la siguiente cima que debería hacer, poco a poco descendía y me acercaba al inicio de la subida. Pasado un caserío empezaba el tramo complicado, el camino se estrechaba y se inclinaba de una manera brutal. Además había que ir sorteando algún que otro árbol caído. Una vez acabado aquel tramo de bosque inclinado me tomé un pequeño descanso para admirar las vistas, era el primer año de los tres que había ido a la carrera que podía admirar la inmensidad del paisaje.
Tramo de subida muy inclinado.
Para llegar a la cima aún quedaba hacer un tramo de sendero en zigzagueo, antes de llegar a la cima había un buen grupo de chicos/as animando y gente de la organización que cantaban tu dorsal y te animaban por tu nombre. Había llegado a la segunda cima y aquel momento había que inmortalizarlo, así hacía un poco de tiempo por si llegaban los compañeros.
Encarando el tramo final de la subida.


Segunda cima de la carrera Izaspi
Tocaba descender hasta Zumarraga, se cruzaban dos pasos de valla y se entraba en un bosque por el que se descendía por un rápido sendero donde aproveché para acelerar mi ritmo. Tras salir del bosque se llegaba a una pista por donde se descendía 1,5 km, durante el descenso se atraviesan pequeños núcleos de casas repletos de gente animando. Tras bajar un tramo de carretera se encaraba el tramo final para entrar al pueblo, se descendía por un estrecho sendero cimentado donde se podía correr rápido si querías, que no era mi caso. Rápidamente se llegaba a la entrada de las calles de Zumarraga, una vez en el pueblo me puse a caminar para no gastar energías tontamente. Tras atravesar un gran parque se llegaba a la zona del paseo que llevaba hasta el frontón donde estaba situado el avituallamiento, cuando quedaba poco para llegar ya vi a Cristina, Pedro, Maite y Antonio. 

Yo seguí hasta la entrada del avituallamiento y una vez dentro me esperaba Cristina. Maite, Pedro y Antonio se habían quedado fuera para ver si venían los compañeros. Me estuve unos 10 minutos en el avituallamiento bebiendo y comiendo para reponer fuerzas de cara a lo que venía, Cristina me dijo que los compañeros venían a 20 minutos así que era mucho tiempo para esperarlos ya que corría el riesgo de enfriarme.
Reponiendo fuerzas en Zumarraga.


Zumarraga – Azpeitia 33 km 1950+ 2350-
Tiempo límite: 13:45 horas    Tiempo invertido: 10:54 horas

Salí del avituallamiento de Zumarraga recargado de energía y confianza, me despedí de Cristina, Antonio, Pedro y Maite a la que le dije que le dijera a Vicenç que iba a aflojar el ritmo para ver si me pillaban. Me iba a enfrentar a la primera noche y estaba solo.  Salí de Zumarraga siguiendo una calle repleta de gente animando. Solo salir se cruzaba dos veces una carretera hasta que finalmente se subía por asfalto hasta un merendero, aún había bastante luz así que quería intentar llegar a la cima que tenía que hacer sin encender el frontal. El bosque que subía hacia la cima no era excesivamente inclinado y pude marcar un buen ritmo de subida. Llegué a la cima bastante justo de luz ya que al ser un bosque frondoso y no ponerme el frontal la visibilidad era bastante reducida. Una vez en la cima me quedé sorprendido por la gran cantidad de gente que había animando, el año pasado llegamos allí y solo habían dos chicos. Recordaba aquel punto porque el año pasado tenían una tortilla de patatas buenísima, este año también tenían así que me puse fino. 

Aprovechando el momento me paré para cambiarme la camiseta y ponerme el frontal, la camiseta que llevaba de la salida estaba totalmente empapada en sudor y cuando soplaba aire notaba frío. Una vez con camiseta seca y frontal puesto me puse de nuevo en marcha, me había puesto una camiseta de manga larga así que como notaba calor me subí las mangas. Antes de iniciar el descenso tenía que encarar una incómoda cresta en la que se coronaban pequeñas cimas, los dos años anteriores pasé aquella cresta con una niebla intensa y se me hizo larguísima.
Anochece en la cresta.
Esta vez la crucé bastante rápido, la bajada se realizaba por un sendero por bosque muy inclinado. Decidí bajar trotando suave para no forzar las piernas, una vez acabó aquel tramo se seguía llaneando y bajando por bosque. A pesar de ya ser de noche de vez en cuando te ibas encontrando gente por el camino que te iba animando, casi sin darme cuenta estaba llegando al avituallamiento de Gorlako Gaina. 

Recuerdo que el año pasado el avituallamiento estaba situado en un patio, este año lo han metido algo más adentro y bajo el porche de un edificio. Habían hecho un pasillo de entrada al avituallamiento y un pasillo de salida, decidí sentarme en una silla y comer algo antes de continuar. Cuando ya estaba de camino para afrontar el siguiente tramo, vi que llegaba Alberto Ahumada. Le comenté si quería que le esperara y me dijo que perfecto que estaba cinco minutos y salíamos, me senté en un bordillo a esperar que Alberto avituallara. Cuando vi que venía nos pusimos en marcha, al menos iba a pasar acompañado la primera noche.  Salimos del avituallamiento dispuestos a afrontar un tramo bastante largo, a medida que caminábamos yo le explicaba a Alberto que cuando hago una Ultra en los llanos intento no correr para economizar energía y que en las bajadas iba al trote. Llaneamos un rato caminando a buen paso, aunque Alberto se moría de ganas de correr jejeje. Empezamos a subir por pista a un buen ritmo, la pista subía y subía y a medida que íbamos ascendiendo iba dejando atrás a Alberto. Para evitar que la subida se me hiciera muy monótona me puse a contar las veces que clavaba los palos en el suelo, al final de la subida contabilicé más de mil clavadas de palos. Una vez finalizada la subida esperé a Alberto y encaramos un largo tramo de bajada por pista donde nos pusimos a trotar, todo lo bueno tenía que acabar así que de repente llegamos a un cruce de caminos y la pista ancha por la que habíamos bajado se convirtió en un sendero muy inclinado. Una vez en la cima nos encontramos con un tío que nos animaba y que nos dijo que a 3 kilómetros encontraríamos un avituallamiento extra en el que había flanes, el año pasado también nos encontramos a aquel tío y al llegar al avituallamiento no había flanes. ¿Pasaría lo mismo este año? ¿Encontraríamos flanes? Seguimos bajando y llaneando y por fin llegamos a aquel avituallamiento extra. Lo organizaban unos vecinos de la zona, como me imaginaba los flanes habían desaparecido así que un año más me quedé con las ganas. 

Salimos del avituallamiento y descendimos por una pista trotando hasta la carretera, quedaban 3 kilómetros para el avituallamiento de Madarixa. Llegar hasta el avituallamiento se nos hizo larguísimo, se subía por una interminable pista en la que no se veía nunca el pueblo. Durante la subida me noté la entrepierna escocida y eso me hizo preocuparme un poco, llevábamos menos de 40 kilómetros y ya estaba escocido. Solo pensaba en que debía aguantar como pudiera hasta Tolosa para poderme cambiar de ropa y embadurnarme de crema. Llegamos al avituallamiento de Madarixa y nos sentamos un rato a descansar.

Tocaba afrontar el tramo de la temida bajada a Azpeitia, pero antes teníamos que seguir subiendo un buen rato. La noche estaba siendo magnífica, no había ni una sola nube en el cielo y además no había niebla. Una vez hecha la subida tocaba afrontar la temida bajada,. La bajada a Azpeitia es larga y tiene tramos muy inclinados y tramos de calzada romana que con las piedras mojadas son una verdadera pista de patinaje. Empezamos a descender y me di cuenta que el terreno estaba seco y el descenso no iba a ser tan complicado, el tramo de la calzada romana se nos hizo larguísimo a pesar de que estuviera seco y fuera bastante fácil bajar. Una vez en Azpeitia atravesamos las calles del pueblo y entramos en el avituallamiento, aprovechando que Alberto se tomaba su tiempo para reponer fuerzas yo me fui al lavabo para soltar algo de lastre antes de continuar.

Azpeitia – Tolosa 24 kilómetros  1370+ 1470-
Tiempo límite: 20 horas  Tiempo invertido: 16:38 horas

Salimos del avituallamiento y atravesamos Azpeitia, una vez fuera del pueblo se iniciaba la larga subida. Primero por pista donde íbamos ascendiendo a buen ritmo, una vez acababa la pista nos desviamos y ascendimos por un sendero muy inclinado donde Alberto se iba quedando atrás. A medida que ascendíamos iba amaneciendo y la niebla hacía acto de presencia, se notaba fresco pero la temperatura no era muy fría. Había amanecido y la luz del frontal ya no era necesaria, seguimos subiendo y subiendo pero por camino ancho. Alberto se había quedado algo descolgado y lo iba controlando visualmente, llegué a una zona con una sucesión de subes y bajas por praderas de hierba con una imagen espectacular de los paisajes de fondo. 
Amanece y seguimos subiendo.


Mirar atrás mientras subes y tener esta vista no tiene precio.

Antes de llegar al avituallamiento de Zelatun se atravesaba una incómoda zona de piedras donde decidí caminar rápido para poder avanzar sin tener ninguna lesión, una vez en el avituallamiento me senté a esperar que llegara Alberto. 

Yo ya estaba preparado para salir pero él me dijo que fuera tirando que salía enseguida, salí del avituallamiento dispuesto a no malgastar mucha energía ya que recordaba el tramo hasta Tolosa del 2017 y ese año llegué fundido de fuerzas. Tras una subida por zona rocosa se entraba en la zona donde el año 2017 acabé destrozado, una zona de constantes subes y bajas por sendero donde decidí poner un ritmo cómodo.
Gestionando las fuerzas para llegar bien a Tolosa
La bajada hacia Tolosa combinaba tramos de sendero por bosque con tramos de camino asfaltado, en los senderos trotaba suave y en los caminos asfaltados caminaba rápido. Una vez en Tolosa tocaba dar el gran rodeo hasta llegar al avituallamiento, siguiendo un carril bici se hacía un rodeo enorme para llegar a la zona donde estaba el pabellón. Cuando ya estaba en la recta que llevaba al pabellón escuché como me animaban Cristina, Antonio, Maite y Pedro, sobre todo a Pedro que pegaba unos gritos. Antes de subir las escaleras que llevaban al interior del pabellón, Pedro bajó para saludarme y acompañarme. Entré en la base de vida de Tolosa contento por las sensaciones que tenía, el problema de la escocedura molestaba pero no demasiado, muscularmente me encontraba a tope y los pies no me dolían. 

Antes de cambiarme me cogí algo de comer mientras Cristina me organizaba la ropa que me tenía que poner y cambiaba cosas usadas, una vez recuperadas las fuerzas con la comida, me fui a los lavabos para cambiarme de ropa y aligerar peso.
Recuperando fuerzas en la base de vida.
Me quité toda la ropa sudada y me cambié entero, me embadurne bien de crema para la escocedura y me dispuse a ponerme de nuevo en marcha.