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miércoles, 24 de julio de 2019

EHUNMILAK 2019 BEASAIN - TOLOSA


Por fin llegó la carrera que llevaba esperando todo el año, la Ehunmilak (las cien millas vascas). Este año iba a ser mi tercera participación, la primera vez que participé fue el año 2017 pero cuando iba por el km 107 lo tuve que dejar por un principio de hipotermia. El año pasado fue mi segundo intento, había entrenado bien y llegaba muy preparado tanto física como mentalmente, pero lamentablemente las tormentas eléctricas me privaron de ser finisher. Este año era mi tercera participación, ¿Sería esta la definitiva? ¿Tendríamos buen tiempo? ¿Tendría algún problema muscular?

La Ehunmilak es una espectacular Ultra Trail que se celebra en el País Vasco. Se recorre por los mágicos montes de 5 comarcas de Euskal Herria, el Goierri, Urola, Urola Kosta, Debagoiena y Tolosaldea. La carrera surgió de la idea de su organizador ya que un día participó en la UTMB (Ultra Trail du Montblanc) en Francia y quedó enamorado de la prueba. Después de participar en aquella prueba pensó, por qué no se puede hacer una prueba parecida aquí en mi tierra y así nació la Ehunmilak que en euskera quiere decir cien millas.

Durante el fin de semana se celebran tres pruebas:
La Ehunmilak Ultra-Trail con salida el viernes a las 18:00h y con 168 kilómetros y 11000 metros de desnivel positivo.
La G2haundiak Goierri Trail con salida el viernes a las 23:00h y con 88 kilómetros y 6000 metros de desnivel positivo.
La Marimurumendi maratón con salida el domingo a las 8:00h y con 42,195 Kilómetros y 2300 metros de desnivel positivo.

Este año se celebraba la décima edición de la prueba reina y los dorsales de todas las carreras se habían agotado por primera vez, además también se había superado el record de voluntarios con 1600, a más de un voluntario por corredor.

La aventura daba inicio el jueves después de trabajar, al mediodía nos pusimos dirección a Beasain toda la expedición de la Ehunmilak. En esta nueva aventura me iba a acompañar un gran equipo de apoyo, mi mujer Cristina, mi suegro Antonio y mi amigo Pedro de Martorelles que iba a debutar en el seguimiento de una prueba de larga distancia. Tras varias paradas para descansar por el camino por fin llegábamos a Beasain, tras acomodarnos en el hotel esperamos a que llegaran dos amigos del CEI, Vicenç que correría conmigo la carrera y Maite su mujer. Cuando llegaron nos fuimos a cenar a un bar que conocíamos de años anteriores. Tras una buena carga de energía tocaba irse a descansar para el día siguiente donde Vicenç y yo nos íbamos a enfrentar a una gran aventura.

Viernes 12 de julio horas previas a la carrera.
Cristina y yo nos levantamos pronto y nos pusimos a preparar las cosas que iba a meter en las bolsas de vida y acabar de cargar algunas cosas que me quedaban, a las 8:30h nos fuimos con Pedro y Antonio hacia el pueblo para desayunar, Vicenç y Maite vendrían más tarde. Cuando estábamos almorzando vimos que llegaban Jordi Cot un amigo de Monzón y Borja amigo de Jordi. Se sentaron con nosotros y enseguida llegaron Vicenç y Maite, después de un rato de buena tertulia nos dirigimos todos en busca del dorsal. La recogida de dorsales es todo un ritual en la Ehunmilak, primero entras en la zona de recogida de dorsales, pasas una primera mesa donde enseñas el dni y te dan una hoja con todo el material que has de llevar. Lo siguiente es pasar por otra mesa para enseñar todo el material obligatorio, si lo leéis bien hay que enseñar absolutamente todo el material que te exigen. Una vez revisado el material te hacen pasar por otra mesa en la que te colocan una brida conforme tu mochila esta revisada, de allí pasas a otra mesa donde te entregan el dorsal y el localizador GPS. En la siguiente mesa te entregan una camiseta conmemorativa, en la siguiente te entregan las bolsas para las dos bases de vida Tolosa km 77 y Etxegarate km 130 y por último te entregan un vaso y una bolsa para desechos y te hacen coger un papel de un sorteo, ni que decir tiene que no me tocó nada jejeje.

Justo cuando salimos de la entrega de dorsales nos encontramos con Xavi Cots también del CEI que también venía a correr, Xavi se vino con nosotros y tras la recogida de dorsales nos hicimos las típicas fotos de grupo, después fuimos al hotel para preparar las bolsas de vida. Una vez preparadas volvimos al pueblo para ir a hacer unas tapas, antes de ir hacia el bar donde tomaríamos las tapas me encontré con Alberto Ahumada que debutaba en unas cien millas. Tras tomar unas tapas nos dirigimos todos hacia la pasta fiesta, una comida gratuita para corredores y donde podían comer los acompañantes por un módico precio.
La expedición de la Ehunmilak al completo.


Comiendo en la pasta fiesta.
Tras recargar energías fuimos a entregar las bolsas de vida a la zona de salida y después nos dirigimos hacia el hotel para intentar dormir algo de cara a la carrera, si todo iba bien iban a ser dos días sin dormir. La verdad es que me tumbé y conseguí dormir media hora, pero lo importante es que había descansado unas dos horas tumbado en la cama. A las 16:15h me levanté de la cama para ducharme y comenzar  a vestirme, había estado dudando si salir con las bambas nuevas o utilizar unas viejas y finalmente me decidí por utilizar las viejas y si no tenía buenas sensaciones cambiarlas en algún punto ya que Cristina las llevaría siempre con ella. 

A las 16:45h nos fuimos todos hacia la zona de salida, el ambiente era espectacular. Las calles de Beasain se iban llenando de gente, los corredores iban llegando en cuentagotas. Antes de entrar al corralito vimos al gran favorito Javi Domínguez, un corredor elite mezclado entre corredores amateurs es una cosa que solo sucede en las carreras de montaña.  Cuando entras en el corralito te hacen un nuevo control de material, esta vez solo me pidieron si llevaba la manta térmica, menos mal porque lo llevaba todo muy bien puesto en la mochila. Nos sentamos en un rincón y enseguida vimos entrar en el corralito a Jordi Cot y Borja, nos pusimos a hablar un rato. Cuando quedaban unos 20 minutos para dar la salida les dije a los compañeros que a mí me gustaría salir desde lo más adelante posible,  no con la intención de ir rápido sino de no pillar mucho atasco. Cuando quedaban unos 15 minutos para salir vimos que llegaba Martí, el compañero del CEI que quedaba por llegar, a 10 minutos de salir tocan la txalaparta un instrumento de percusión, tradicional del país vasco. 
Con los compañeros del CEI preparados para disfrutar.

También hicieron un canto en Euskera, el organizador de la carrera nos hizo una breve explicación de cómo iba a evolucionar la meteorología y al parecer la noche del sábado al domingo iba a ser movidita. A 5 minutos de la salida bailaron el El aurresku de honor (una danza vasca que se baila a modo de reverencia).

Había llegado el gran momento, comenzaba la cuenta atrás en vasco y arrancamos el sueño de las cien millas.


Viernes 12 de julio 18:00h la carrera.

Beasain – Zumarraga 21,63 km 1850+ 1230-
Tiempo límite: 4:25 horas tiempo invertido: 3:23 horas

Los primeros metros por las calles de Beasain es una experiencia indescriptible, adrenalina a tope porque ya has empezado la carrera y una multitud animándonos a nuestro paso.
Las calles de Beasaín repletas de gente.
Al pasar por donde estaban Cristina, Pedro, Antonio y Maite les saludo y sigo corriendo por la inercia de seguir al que llevas delante. Los primeros metros de las carreras en subida siempre me cuesta mucho arrancar, Vicenç me lleva unos metros de ventaja pero le sigo de cerca. Los primeros dos kilómetros son por asfalto y siempre en ascenso, mi idea era intentar hacer todo ese tramo corriendo para intentar no pillar un tapón que se forma algo más adelante. Vicenç poco a poco se va quedando atrás, acabado el asfalto se iniciaba una subida por pista ancha en la que me puse a caminar rápido. Justo antes de entrar en aquella pista me encontré con Alberto Ahumada que había salido muy rápido, le comenté que debía dosificar sino más tarde lo podría pagar. Mientras subía a buen ritmo me adelantaron Jordi y Borja, unos metros más adelante llegué a la zona del atasco. Se dejaba la pista y se entraba en un sendero, la entrada del sendero era estrecha y se forma tapón todos los años. El año pasado perdimos 10 minutos en ese tramo, por suerte no estuve ni dos minutos. El sendero tenía una inclinación considerable pero era muy corto y nuevamente se salía a la pista ancha, miré hacia atrás para ver si veía a Vicenç, Martí y Xavi pero no los veía. Se continuaba subiendo por camino ancho y con un paisaje magnífico, pasando junto a un caserío. La pista iba subiendo y subiendo hasta que de repente vi al fondo la antena y la enorme cruz que había en la primera cima de la carrera, al llegar arriba te recibía una gran multitud de público.
Llegando a Usurbe la primera cima de la carrera.
Ya tenía hecha la primera subida, antes de arrancar hice unas fotos y miré para ver si veía a los compañeros. Decidí que esperaría zumarraga para ver cómo iban, tocaba descender por un divertido sendero entre frondosa vegetación.
Disfrutando por los senderos.

Al final del sendero se llegaba a un cruce repleto de gente animando, nuevamente se iniciaba una nueva subida por pista. Al final de la subida se descendía por un bonito prado verde donde aproveché para trotar un poco, me estaba encontrando bastante bien pero tenía que dosificar energías. 
Alfombra de hierba para descender.
Tras el descenso se subía una pequeña colina y nos adentramos en un bonito bosque, decidí caminar rápido y no malgastar energías en el llano y disfrutar de aquel maravilloso entorno. Tras cruzar el bosque se descendía por sendero y rápidamente se llegaba a las proximidades del avituallamiento de Mandubia, antes de llegar al avituallamiento y en el interior del bosque se reunían grupos de personas formando pasillos animando a los corredores. La llegada al avituallamiento de Mandubia es uno de los momentos más espectaculares de la carrera, un enorme pasillo humano da la bienvenida a los corredores y llegas allí con la energía a tope. Justo antes de entrar al avituallamiento escuché que gritaban mi nombre, miré y vi que era Oriol Prat que había venido junto a sus hermanos a correr la Marimurimendi.
En el avituallamiento de Mandubia.
Entré en el avituallamiento y me comí algo de fruta y tomé un botellín entero de isotónico, antes de arrancar me acerqué a la valla y hablé un poco con Oriol. Ya cuando me iba saludé a los hermanos Prat Adrià y Guillem, ya llevaba 10 kilómetros de carrera y las sensaciones eran buenas hasta aquel momento. A pesar del rato que estuve en el avituallamiento los compañeros no llegaban, solo salir del avituallamiento me encontré con Martin un compañero de Aragón con el que he coincidido en varias carreras. Tras una subida por pista se llegaba a una ermita donde nuevamente te encontrabas con mucha gente animando. 
Llegando a la ermita.

El día estaba siendo muy bueno en el aspecto meteorológico lo que beneficiaba para que la gente se congregara a animar. Solo salir de la ermita se descendía por una pista bastante inclinada y después se llaneaba durante un buen rato para nuevamente subir, en las subidas me lo tomaba con calma y marcaba un ritmo cómodo pero sin forzar. Tras la subida se descendía por una pista y ya se podía ver la siguiente cima que debería hacer, poco a poco descendía y me acercaba al inicio de la subida. Pasado un caserío empezaba el tramo complicado, el camino se estrechaba y se inclinaba de una manera brutal. Además había que ir sorteando algún que otro árbol caído. Una vez acabado aquel tramo de bosque inclinado me tomé un pequeño descanso para admirar las vistas, era el primer año de los tres que había ido a la carrera que podía admirar la inmensidad del paisaje.
Tramo de subida muy inclinado.
Para llegar a la cima aún quedaba hacer un tramo de sendero en zigzagueo, antes de llegar a la cima había un buen grupo de chicos/as animando y gente de la organización que cantaban tu dorsal y te animaban por tu nombre. Había llegado a la segunda cima y aquel momento había que inmortalizarlo, así hacía un poco de tiempo por si llegaban los compañeros.
Encarando el tramo final de la subida.


Segunda cima de la carrera Izaspi
Tocaba descender hasta Zumarraga, se cruzaban dos pasos de valla y se entraba en un bosque por el que se descendía por un rápido sendero donde aproveché para acelerar mi ritmo. Tras salir del bosque se llegaba a una pista por donde se descendía 1,5 km, durante el descenso se atraviesan pequeños núcleos de casas repletos de gente animando. Tras bajar un tramo de carretera se encaraba el tramo final para entrar al pueblo, se descendía por un estrecho sendero cimentado donde se podía correr rápido si querías, que no era mi caso. Rápidamente se llegaba a la entrada de las calles de Zumarraga, una vez en el pueblo me puse a caminar para no gastar energías tontamente. Tras atravesar un gran parque se llegaba a la zona del paseo que llevaba hasta el frontón donde estaba situado el avituallamiento, cuando quedaba poco para llegar ya vi a Cristina, Pedro, Maite y Antonio. 

Yo seguí hasta la entrada del avituallamiento y una vez dentro me esperaba Cristina. Maite, Pedro y Antonio se habían quedado fuera para ver si venían los compañeros. Me estuve unos 10 minutos en el avituallamiento bebiendo y comiendo para reponer fuerzas de cara a lo que venía, Cristina me dijo que los compañeros venían a 20 minutos así que era mucho tiempo para esperarlos ya que corría el riesgo de enfriarme.
Reponiendo fuerzas en Zumarraga.


Zumarraga – Azpeitia 33 km 1950+ 2350-
Tiempo límite: 13:45 horas    Tiempo invertido: 10:54 horas

Salí del avituallamiento de Zumarraga recargado de energía y confianza, me despedí de Cristina, Antonio, Pedro y Maite a la que le dije que le dijera a Vicenç que iba a aflojar el ritmo para ver si me pillaban. Me iba a enfrentar a la primera noche y estaba solo.  Salí de Zumarraga siguiendo una calle repleta de gente animando. Solo salir se cruzaba dos veces una carretera hasta que finalmente se subía por asfalto hasta un merendero, aún había bastante luz así que quería intentar llegar a la cima que tenía que hacer sin encender el frontal. El bosque que subía hacia la cima no era excesivamente inclinado y pude marcar un buen ritmo de subida. Llegué a la cima bastante justo de luz ya que al ser un bosque frondoso y no ponerme el frontal la visibilidad era bastante reducida. Una vez en la cima me quedé sorprendido por la gran cantidad de gente que había animando, el año pasado llegamos allí y solo habían dos chicos. Recordaba aquel punto porque el año pasado tenían una tortilla de patatas buenísima, este año también tenían así que me puse fino. 

Aprovechando el momento me paré para cambiarme la camiseta y ponerme el frontal, la camiseta que llevaba de la salida estaba totalmente empapada en sudor y cuando soplaba aire notaba frío. Una vez con camiseta seca y frontal puesto me puse de nuevo en marcha, me había puesto una camiseta de manga larga así que como notaba calor me subí las mangas. Antes de iniciar el descenso tenía que encarar una incómoda cresta en la que se coronaban pequeñas cimas, los dos años anteriores pasé aquella cresta con una niebla intensa y se me hizo larguísima.
Anochece en la cresta.
Esta vez la crucé bastante rápido, la bajada se realizaba por un sendero por bosque muy inclinado. Decidí bajar trotando suave para no forzar las piernas, una vez acabó aquel tramo se seguía llaneando y bajando por bosque. A pesar de ya ser de noche de vez en cuando te ibas encontrando gente por el camino que te iba animando, casi sin darme cuenta estaba llegando al avituallamiento de Gorlako Gaina. 

Recuerdo que el año pasado el avituallamiento estaba situado en un patio, este año lo han metido algo más adentro y bajo el porche de un edificio. Habían hecho un pasillo de entrada al avituallamiento y un pasillo de salida, decidí sentarme en una silla y comer algo antes de continuar. Cuando ya estaba de camino para afrontar el siguiente tramo, vi que llegaba Alberto Ahumada. Le comenté si quería que le esperara y me dijo que perfecto que estaba cinco minutos y salíamos, me senté en un bordillo a esperar que Alberto avituallara. Cuando vi que venía nos pusimos en marcha, al menos iba a pasar acompañado la primera noche.  Salimos del avituallamiento dispuestos a afrontar un tramo bastante largo, a medida que caminábamos yo le explicaba a Alberto que cuando hago una Ultra en los llanos intento no correr para economizar energía y que en las bajadas iba al trote. Llaneamos un rato caminando a buen paso, aunque Alberto se moría de ganas de correr jejeje. Empezamos a subir por pista a un buen ritmo, la pista subía y subía y a medida que íbamos ascendiendo iba dejando atrás a Alberto. Para evitar que la subida se me hiciera muy monótona me puse a contar las veces que clavaba los palos en el suelo, al final de la subida contabilicé más de mil clavadas de palos. Una vez finalizada la subida esperé a Alberto y encaramos un largo tramo de bajada por pista donde nos pusimos a trotar, todo lo bueno tenía que acabar así que de repente llegamos a un cruce de caminos y la pista ancha por la que habíamos bajado se convirtió en un sendero muy inclinado. Una vez en la cima nos encontramos con un tío que nos animaba y que nos dijo que a 3 kilómetros encontraríamos un avituallamiento extra en el que había flanes, el año pasado también nos encontramos a aquel tío y al llegar al avituallamiento no había flanes. ¿Pasaría lo mismo este año? ¿Encontraríamos flanes? Seguimos bajando y llaneando y por fin llegamos a aquel avituallamiento extra. Lo organizaban unos vecinos de la zona, como me imaginaba los flanes habían desaparecido así que un año más me quedé con las ganas. 

Salimos del avituallamiento y descendimos por una pista trotando hasta la carretera, quedaban 3 kilómetros para el avituallamiento de Madarixa. Llegar hasta el avituallamiento se nos hizo larguísimo, se subía por una interminable pista en la que no se veía nunca el pueblo. Durante la subida me noté la entrepierna escocida y eso me hizo preocuparme un poco, llevábamos menos de 40 kilómetros y ya estaba escocido. Solo pensaba en que debía aguantar como pudiera hasta Tolosa para poderme cambiar de ropa y embadurnarme de crema. Llegamos al avituallamiento de Madarixa y nos sentamos un rato a descansar.

Tocaba afrontar el tramo de la temida bajada a Azpeitia, pero antes teníamos que seguir subiendo un buen rato. La noche estaba siendo magnífica, no había ni una sola nube en el cielo y además no había niebla. Una vez hecha la subida tocaba afrontar la temida bajada,. La bajada a Azpeitia es larga y tiene tramos muy inclinados y tramos de calzada romana que con las piedras mojadas son una verdadera pista de patinaje. Empezamos a descender y me di cuenta que el terreno estaba seco y el descenso no iba a ser tan complicado, el tramo de la calzada romana se nos hizo larguísimo a pesar de que estuviera seco y fuera bastante fácil bajar. Una vez en Azpeitia atravesamos las calles del pueblo y entramos en el avituallamiento, aprovechando que Alberto se tomaba su tiempo para reponer fuerzas yo me fui al lavabo para soltar algo de lastre antes de continuar.

Azpeitia – Tolosa 24 kilómetros  1370+ 1470-
Tiempo límite: 20 horas  Tiempo invertido: 16:38 horas

Salimos del avituallamiento y atravesamos Azpeitia, una vez fuera del pueblo se iniciaba la larga subida. Primero por pista donde íbamos ascendiendo a buen ritmo, una vez acababa la pista nos desviamos y ascendimos por un sendero muy inclinado donde Alberto se iba quedando atrás. A medida que ascendíamos iba amaneciendo y la niebla hacía acto de presencia, se notaba fresco pero la temperatura no era muy fría. Había amanecido y la luz del frontal ya no era necesaria, seguimos subiendo y subiendo pero por camino ancho. Alberto se había quedado algo descolgado y lo iba controlando visualmente, llegué a una zona con una sucesión de subes y bajas por praderas de hierba con una imagen espectacular de los paisajes de fondo. 
Amanece y seguimos subiendo.


Mirar atrás mientras subes y tener esta vista no tiene precio.

Antes de llegar al avituallamiento de Zelatun se atravesaba una incómoda zona de piedras donde decidí caminar rápido para poder avanzar sin tener ninguna lesión, una vez en el avituallamiento me senté a esperar que llegara Alberto. 

Yo ya estaba preparado para salir pero él me dijo que fuera tirando que salía enseguida, salí del avituallamiento dispuesto a no malgastar mucha energía ya que recordaba el tramo hasta Tolosa del 2017 y ese año llegué fundido de fuerzas. Tras una subida por zona rocosa se entraba en la zona donde el año 2017 acabé destrozado, una zona de constantes subes y bajas por sendero donde decidí poner un ritmo cómodo.
Gestionando las fuerzas para llegar bien a Tolosa
La bajada hacia Tolosa combinaba tramos de sendero por bosque con tramos de camino asfaltado, en los senderos trotaba suave y en los caminos asfaltados caminaba rápido. Una vez en Tolosa tocaba dar el gran rodeo hasta llegar al avituallamiento, siguiendo un carril bici se hacía un rodeo enorme para llegar a la zona donde estaba el pabellón. Cuando ya estaba en la recta que llevaba al pabellón escuché como me animaban Cristina, Antonio, Maite y Pedro, sobre todo a Pedro que pegaba unos gritos. Antes de subir las escaleras que llevaban al interior del pabellón, Pedro bajó para saludarme y acompañarme. Entré en la base de vida de Tolosa contento por las sensaciones que tenía, el problema de la escocedura molestaba pero no demasiado, muscularmente me encontraba a tope y los pies no me dolían. 

Antes de cambiarme me cogí algo de comer mientras Cristina me organizaba la ropa que me tenía que poner y cambiaba cosas usadas, una vez recuperadas las fuerzas con la comida, me fui a los lavabos para cambiarme de ropa y aligerar peso.
Recuperando fuerzas en la base de vida.
Me quité toda la ropa sudada y me cambié entero, me embadurne bien de crema para la escocedura y me dispuse a ponerme de nuevo en marcha.

2 comentarios:

  1. Que grande Blas. Tu has que mi más grande proeza parezca un paceo en el parque.
    Estas más fuerte que el vinagre.
    Enhorabuena por lograr tu meta 🙏🏻

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    1. Muchas gracias, pero soy uno más de los que amamos este deporte. Sigo disfrutando y sufriendo a partes iguales.

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