Sábado 30 de marzo
La marcha de las 24 horas del Cap de
Creus, era una de las pocas marchas que incluye la copa catalana que me
quedaban por hacer. Así que aprovechando que tenía fiesta por la Semana Santa
me decidí a apuntarme. Hacia Llançà fui con Ramón, Xavi y Natalia y nos
alojamos en la pensión. Cenamos en Llançà con Paco y familia y a dormir para el día
siguiente.
Nos despertamos con algo de dudas sobre
el tiempo, ya que la noche anterior estaba lloviendo y se escuchaba como
soplaba un fuerte viento. A medida que nos íbamos acercando al restaurante
donde daban los dorsales, pudimos comprobar que el viento era molesto pero no
hacía frio. Una vez recogido el dorsal nos sentamos a almorzar y fueron
llegando los compañeros del CEI. Cuando quedaban 20 min para la salida salimos
a juntarnos para la típica foto de grupo. Justo antes de ponernos en la foto se
me acercó un tío y me dijo: tú eres Blas? Yo le dije que sí que de que me
conocía, el me dijo que había leído mi blog y le estaba ayudando a iniciarse en
las marchas de resistencia. Se llamaba Emilio, y me hizo ilusión que a alguien
le guste lo que escribo y sobre todo que le ayude en algo.
Después de la foto de grupo, nos fuimos
hacia la playa que era donde estaba la salida. Dieron inicio a la marcha con un
par de petardos y venga todo el mundo a correr.
Yo me fui con Esteve y Paco Ramos trotando pero sin pasarme mientras atravesábamos el paseo marítimo. Al final del paseo llegamos a un sitio algo más estrecho y se formó el típico tapón que se forma en todas las marchas. A medida que íbamos avanzando bordeábamos la costa y las vistas eran cada vez más bonitas. Fuimos caminando por pequeños senderos que iban de cala en cala e incluso atravesamos 2 pequeñas calas probando así nuestra habilidad para caminar por arena.
Impresionante el paisaje inicial de la marcha |
Una vez pasado el tramo de costa el
paisaje cambió radicalmente, iniciamos el ascenso hacia el primer
avituallamiento. Una larga subida por pista, la verdad que la subida no era
dura sino que iba subiendo poco a poco.
Paco se había quedado atrás en el tramo de costa y en ese momento nos
quedamos Esteve, Víctor y yo formando un pequeño grupo en el que más o menos
los 3 caminamos por un igual (aunque Esteve está muy fuerte), casi sin darnos
cuenta llegamos al avituallamiento que estaba situado junto a la ermita de Sant
Miquel de Colera. Después de cargar energías nos pusimos de nuevo en marcha,
mis sensaciones eran muy buenas pues no tenía ninguna molestia muscular. Bueno
la verdad que algunas piedras se me habían metido en las bambas y el pie
derecho me molestaba un poco, posiblemente porque me había apretado demasiado
las bambas.
Después de pasar un sendero salimos a una
pista donde el viento empezaba a soplar con fuerza, a nuestra derecha teníamos
una vista espectacular del Canigó nevado. Subimos una rampa corta pero bastante
inclinada y llegamos a un mirador natural espectacular, debido al viento no
podíamos detenernos mucho a admirar las vistas así que continuamos hacia
adelante. Justo pasar junto a Xavi Capdevila que es el fotógrafo de la Feec, me
di cuenta de que venía una bajada muy inclinada así que preparé los palos para
iniciar el descenso. Efectivamente la bajada era inclinada de narices, justo a
la mitad de la bajada noté un pinchazo en el lateral de la rodilla derecha y
tuve que bajar el ritmo.
Pude acabar la bajada que era bastante larga con dolor pero podía soportarlo, Esteve se nos había adelantado en la bajada ya que había bajado bastante rápido y yo debido al dolor y Víctor debido a la prudencia nos quedamos rezagados. Proseguimos nuestro camino y realizamos un largo tramo de pista que iba bordeando la montaña y atravesando un pequeño riachuelo un par de veces, justo antes de llegar al pueblo de la Valleta nos juntamos con Mireia. Pasado el pueblo, vino una subida bastante fuerte por en medio de un tendido eléctrico que nos condujo hasta el Coll de Madres. Mireia se quedó allí porque le habían salido unas ampollas y se las iba a tratar, nosotros continuamos hacia Llançà.
Después de un tramo de pista giramos a la
derecha, frente a nosotros otra bajada por sendero. Justo cuando llevábamos la
mitad de la bajada, me volvió a dar un tirón en la rodilla derecha pero esta
vez más fuerte. El dolor era bastante insoportable pero pude acabar la bajada
gracias a la ayuda de los bastones. El tramo siguiente lo hicimos por una
especie de riera que nos llevó hasta el control donde estaba la comida, al
minuto de haber llegado nosotros aparecieron los compañeros del CEI. Debido a
que yo había bajado muy despacio y ellos se habían tirado a tumba abierta nos
pudieron dar alcance. Unos buenos macarrones nos sirvieron para afrontar con
energías la subida hacia Sant Pere de Rodes.
Salimos del avituallamiento y al girar
nos encontramos con la mujer de Esteve y sus hijos, después de saludarlos
continuamos nuestro camino. Iniciamos un largo pero rapidísimo ascenso por
sendero hacia Sant Pere de Rodes, el primer tramo de la subida y también el más
duro lo hicimos a una velocidad considerable. Pese a la velocidad que
llevábamos yo podía caminar bien en lo que era llano y subida, pero tenía que
comprobar como respondería en las bajadas. Llegamos a un claro y pudimos
observar una bonita panorámica de Llançà.
Continuamos nuestro camino y después de un tramo de pista que primero subía suavemente y después llaneaba llegamos al mas Ventos. Nos quedaba 1 km hasta Sant Pere de Rodes y unas nubes amenazantes nos hacían dudar si nos llovería o no. Después de una subida suave llegamos a Sant Pere de Rodes. Las nubes amenazadoras se alejaban y daban paso a un radiante día de sol. Esto nos permitía disfrutar de una panorámica magnifica desde el avituallamiento, aprovechando que estaban allí los de la cruz roja les pedí que me hicieran un vendaje para aguantar el músculo. Me pusieron un trozo de esparadrapo por debajo de la rodilla, esperanzado porque aquel vendaje funcionara me senté a comer algo. Esteve nos dijo que iba a esperar a que llegara su hijo para que hiciera la cresta, Víctor y yo nos pusimos en marcha y quedamos con Esteve que nos atraparía en la bajada.
Antes de encarar la cresta había que subir a los restos de un castillo, durante la subida me pegaba pequeños latigazos el lateral de la rodilla pero podía aguantar bastante bien. Al llegar a los restos del castillo pude observar lo que me esperaba, la cresta era espectacular y además con un recorrido bastante largo. En la primera bajadita por la cresta pude comprobar lo que iba a sufrir durante el recorrido. Subimos a un pequeño mirador y nos deleitamos con una vista espectacular del golfo de Roses. Durante nuestro trayecto yo iba sufriendo por el ritmo que llevaba, iba muy despacio porque el dolor en las bajadas era espectacular. Pero iba tirando más o menos bien en las subidas. Durante el recorrido íbamos escuchando como si alguien llamara a otra personas a gritos. A los pocos minutos nos encontramos que venía un chico que había perdido a su perro, el perro se había ido detrás de alguno de la marcha y el chaval iba loco detrás de él.
Después de un buen rato de sufrimiento por fin vimos el avituallamiento, solo habían sido 4 km pero se me habían hecho eternos por el dolor que había sufrido. Suerte del paisaje que me iba distrayendo un poco la mente, pasado el control nos quedaban unos 2 km para encontrarnos con otro avituallamiento. Por si no era suficiente el ritmo cansino que llevaba debido al dolor, nos encontramos que en medio del sendero por donde teníamos que pasar había un grupo de vacas. Nos pusimos detrás de ellas y les íbamos haciendo gritos para ver si se apartaban un poco del camino, no nos hicieron mucho caso la verdad pero poco a poco se iban saliendo hasta que por fin tuvimos vía libre para continuar.
Seguimos por el sendero hasta que
llegamos a una bajada bastante inclinada que llevaba directamente hasta la
carretera, suerte que la bajada era corta porque a mí se me hizo eterna.
Cruzamos la carretera y llegamos al avituallamiento, justo cuando estábamos
cogiendo algo de beber apareció Paco, que había pasado la cresta a toda
velocidad. Salimos del control Paco, Esteve, Víctor y yo. Cogimos una carretera
que subía hacia una especie de base militar, entonces vimos que el camino de la
marcha se desviaba hacia un sendero que evitaba la carretera. Yo les dije a los
compañeros que si ellos querían seguir el sendero que lo siguieran, pero que si
el camino daba al mismo sitio yo seguía por la carretera ya que iba mejor.
Proseguimos nuestro ascenso y vimos que a
lo lejos se acercaban los compañeros del CEI, al final de la subida Víctor me
dijo que ahora el camino ya era bastante bueno hasta el final, quitando alguna
bajada llegando a Cadaqués. Me animé ya que me encontraba bien físicamente y mi
único problema era el dolor en la rodilla, pero si el camino iba a ser bueno
igual podría acabar la marcha. Iniciamos el descenso hacia Cala Joncols por una
larguísima pista, solo iniciar la pista un nuevo tirón me advertía de que no
iba a poder acabar la marcha, en ese momento ya sí que no podía ni tirar en
llano. La rodilla se me había quedado bloqueada y no la podía doblar. Les dije
a Paco y Víctor que tiraran que yo me iba a retirar en Cadaqués por precaución,
iba tirando como podía y disfrutando del paisaje ya que se había quedado el día
totalmente despejado.
El dia permitia disfrutar de un magnifico paisaje |
Cala Joncols |
Cadaques |
Cuando pasamos por el Port de la Selva vi
que iban por allí Xavi y Natalia, el padre de Mireia muy amablemente me dejó
que les comunicara que me había retirado. Proseguimos nuestro camino y al
llegar a Llançà fuimos hacia la llegada para recoger la camiseta, entonces les
dije a los padres de Mireia si sabían donde estaba la estación de tren. Me
preguntaron que de donde era y se lo dije, me dijeron que ellos iban para allá
y que si quería me llevaban. Por supuesto acepté y después de recoger la bolsa
de la pensión, nos pusimos en marcha y a las 23:15h ya estaba en casa.
57,9 kilómetros
4774 metros de desnivel acumulado
12 horas
En conclusión, la marcha en si no es
dura. Se puede hacer perfectamente en unas 16 horas, el problema es que si vas
lesionado ya la cosa cambia mucho. De todos modos, ha sido un buen entreno de
cara al Montblanc y continuo acumulando kilómetros. Mil gracias a todos los
compañeros por haberse preocupado por mí, un placer haber compartido kilómetros
en la mitad de la marcha con Esteve y Víctor. Muchísimas gracias también a Mireia
y a sus padres por haberme llevado primero a Llançà y luego hasta casa, y
encima sin conocerme de nada, eso dice
mucho de las personas. Saludos también para Emilio por si lee la crónica,
caminado nos encontraremos.
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