Después de
participar en dos pruebas donde la tónica fue el no parar de correr, me apetecía
hacer una prueba más larga y con desnivel para poder ir más tranquilo.
Hace tiempo mi
amigo del CEI Vicenç me comentó de apuntarnos a la Roures Extrem, después de pensármelo
bastante me decidí a apuntarme así caminaría más tranquilo y compartiría km con
Vicenç.
La Marxa dels
Roures está compuesta por cinco circuitos diferentes y seis modos de
participación:
La canicross dels
Roures 8km 130 Metros de desnivel positivo
La petita dels
Roures 15 km 870 Metros de desnivel positivo
La clàssica 27km
1600 Metros de desnivel positivo
La marató dels
Roures 45km 2600 Metros de desnivel positivo
La Roures Extrem
100km 6200 Metros de desnivel positivo
También habia la
posibilidad de hacer la Fanàtic, que como su nombre indica es para auténticos
fanáticos de las carreras de montaña y consiste en hacer la la Roures Extrem un
día y al día siguiente hacer la clàssica sumando un total de 128km 7800 Metros
de desnivel positivo.
La salida es en el
pueblo medieval de Montblanc, un pueblo cuya esencia son su historia y sus
leyendas. La leyenda más conocida es la de Sant Jordi que situa la batalla
entre Sant Jordi y el dragón frente a las murallas de Montblanc.
Una vez más en esta
aventura me acompañaría mi mujer Cristina. Después de trabajar nos dirigimos
hacia Montblanc para alojarnos. Una vez instalados fuimos a recoger el dorsal,
los dorsales se recogían en la plaza Sant Francesc en el interior de una
antigua iglesia. Más tarde fuimos al mismo sitio para escuchar el breafing, me
interesaba mucho escuchar lo que iban a decir sobre todo en lo referente al
tiempo. El día de la carrera estaba previsto la entrada de un frente frio que
traería lluvias y una bajada considerable de la temperatura, en el breafing nos
informaron de que varias zonas del recorrido estaban muy resbaladizas debido a
las lluvias y que activaban el material obligatorio para temperaturas extremas.
En el momento que estaban explicando los tramos más complicados llegaron Vicenç
y Maite, cuando acabó el breafing nos fuimos los cuatro a cenar. Después de
cenar todos a dormir que el día siguiente se presentaba durillo.
Las 4:30h suena el
despertador, me levanto rápido y bastante descansado ya que me fui a dormir
pronto. Había quedado con Vicenç a las 5:20h por si había algún sitio abierto y
tomar un café, no encontramos nada abierto y nos contentamos con el café que
nos ofrecieron en la zona de entrega de dorsales.
La temperatura era baja pero
se podía soportar y por suerte no estaba lloviendo, cuando quedaban unos 15
minutos nos fuimos hacia la zona de salida para pasar el control de material. Parecía
que el tiempo nos iba a respetar, pero de repente cuando quedaban 5 minutos
para salir comenzó a llover con fuerza. Lo que faltaba había que ponerse el
chubasquero desde el inicio, casi sin darnos cuenta ya estábamos en marcha.
Salimos todos corriendo por las calles del interior de la muralla, pasando por
un pasadizo hecho con bengalas. Apenas pudimos ver a Cristina y Maite debido al
humo de las bengalas, salimos de las calles del casco antiguo y nos metimos en
una especie de riera. Seguía lloviendo con fuerza y poco a poco nos íbamos
quedando solos, no había pasado ni 1 km de carrera y ya éramos los últimos y
eso que íbamos trotando. La verdad que aquella situación no me preocupaba, había
ido a la carrera pensando en acabarla y mientras pasara los cortes horarios no
me preocupaba. Comenzamos a ascender por un estrecho sendero y cada vez me
costaba más avanzar, tenia muchísimo calor y necesitaba quitarme los manguitos
ya que como llevaba el chubasquero puesto me daban muchísimo calor. Me paré
para quitármelos y se paró con nosotros un chico, nos pasaron dos más que después
nos dijo el chico que eran los escobas. Seguimos subiendo por el sendero a buen
ritmo y nos dimos cuenta que el chico no encendía el frontal (el típico
chuparuedas, se enganchan a ti y no usan su frontal) seguía lloviendo y yo tenía
muchísimo calor y no tiraba. Casi al final de la subida pasamos a un corredor
que iba muy hecho polvo, llegamos a una zona donde nos encontramos unas
escaleras y ascendimos a una especie de ermita que atravesamos por dentro.
Aquel tramo era muy guapo porque parecía una peli, salimos de la ermita y
seguimos llaneando por un sendero muy guapo. En un claro vimos a lo lejos una
fila de frontales que subían por un repecho, bajamos por una pista hasta una
especie de merendero. Allí comenzamos a subir por un sendero, a los 200 metros
me di cuenta de que no veía señales y se lo comenté a Vicenç. Decidí poner el
track en el reloj para comprobar si íbamos bien, efectivamente nos habíamos
equivocado de camino. Tuvimos que retroceder hasta la última señal. Entonces
nos dimos cuenta que las señales estaban bien y nos las habíamos saltado,
seguimos y a los pocos metros me pegué un resbalón y tuve una caída a cámara
lenta. Comenzamos a subir por una especie de cortafuegos con una inclinación
considerable, a mitad del cortafuegos volvimos a adelantar a un nuevo corredor
que iba subiendo bastante cansado. Una vez arriba tuve que esperar un poco a
Vicenç ya que yo había subido algo más rápido que él. El día comenzaba a despertar
y el frio parece que también. Llaneamos un tramo y después comenzamos un
descenso por pista y por sendero hasta llegar al primer avituallamiento.
Momentos antes de tomar la salida. |
Estábamos en el km
11 y solo habíamos perdido 15 minutos de lo que yo había calculado, en el
avituallamiento nos esperaban Cristina y Maite. Vicenç había venido tocado a la
carrera y le molestaba la espalda, por lo que tuvo que hacerse unas friegas
antes de ponernos de nuevo en marcha.
En el avituallamiento recibiendo ayuda de Cristina y Maite. |
Solo salir del avituallamiento tocaba
subir, una subida por un camino muy inclinado donde Vicenç se iba quedando
atrás. Me esperé en la cima bajo una fuerte lluvia mientras observaba las
vistas del Monasterio de Poblet, tras llanear un rato nos metimos en una serie
de bonitos senderos que nos llevaron donde nos encontramos un desvío de
carreras, pasamos junto a un mirador y continuamos ascendiendo hasta la zona
del Roc del Ponent. Comenzamos a descender hacia unas enormes rocas coronadas
por una cruz, mientras descendíamos le comenté a Vicenç que posiblemente nos
estábamos acercando a la temida bajada por la tartera. A los pocos metros nos
encontramos un cartel de peligro y nos desviamos a la izquierda, nuestra
primera impresión fue de asombro hacia lo que estaban viendo nuestros ojos. Una
lengua de piedras sin camino por donde descender, piedras de todos los tamaños
y muy resbaladizas, había que tener mucho cuidado bajando por allí.
Llegando al Roc de Ponent. |
Bajada muy peligrosa por la lengua de piedras. |
Vicenç que
le gusta practicar escalada y se maneja bien por descensos técnicos bajaba más
rápido que yo, yo intentaba mirar bien donde ponía los pies ya que las rocas
estaban muy resbaladizas y la pendiente era muy pronunciada. Mientras íbamos
descendiendo aparecieron los primeros corredores de la maratón que habían
salido más tarde, los dos primeros bajaron por allí como si aquello no
resbalara y bastante rápido. El tercer corredor que pasó se cayó un par de
veces por intentar ir rápido, Vicenç se iba distanciando y yo continuaba
bajando a mi ritmo. Una vez abajo nos encontramos con dos voluntarios con
bebida, nos dijeron que allí estaba el líquido pero que si queríamos comer algo
debíamos descender un poco más. Descendimos hasta donde estaba la comida para
poder recuperar energías, esperábamos encontrarnos a Cristina y Maite pero no
estaban allí. Salimos del avituallamiento y volvimos a ascender hasta el punto
donde estaban los dos voluntarios, atravesamos una especie de minas donde había
hasta una vagoneta. Descendimos por un sendero hasta una pequeña carretera, después
de haber bajado por la tartera aquello era gloria, descendimos unos metros por
la carretera y llegamos a una especie de parquin. Me pareció ver mi coche
aparcado y efectivamente, allí estaban Cristina y Maite que no habían ido al
avituallamiento porque sabían que teníamos que pasar por allí. Tras saludarlas
nos pusimos de nuevo en marcha, llegamos a las viñas de las bodegas Torres y
las atravesamos.
Pasando junto a los viñedos. |
Después de las bodegas iniciamos una subida por un bosque
espectacular repleto de setas (desconozco si eran buenas o malas) pasado un primer tramo de subida llegamos a
una cresta donde la niebla era muy intensa. Seguimos subiendo y enseguida
comenzamos a descender hasta el avituallamiento.
Estábamos en el km
29,5 y seguíamos llevando unos 15 minutos por encima de lo que yo había
planificado, el frio hacía rato que nos estaba pidiendo ponernos los guantes y
aquel sitio era el ideal. Le pedí a una chica del avituallamiento si me podía
ayudar a ponerme los guantes, le costó bastante ponérmelos ya que se me habían
hinchado las manos y no me entraban. Tras recuperar las energías nos dispusimos
a enfrentarnos a la subida hacia el punto más alto de la carrera. Comenzamos a
encadenar espectaculares senderos que atravesaban bosques de ensueño, la lluvia
y el ambiente frio les daba un aspecto tenebroso a la vez que mágico. Tras
atravesar una pista nos metimos en un tramo de bosque en el que vimos por
primera vez en todo el día a gente. Tras un cruce nos metimos en un nuevo
sendero bastante inclinado que nos llevó a la cima del Tossal de la Baltasana,
estábamos en el punto más alto de la carrera pero no pudimos disfrutar del
momento debido a la intensa niebla y a la lluvia que seguía cayendo.
la cima del Tossal de la Baltasana. |
Iniciamos
el descenso por un sendero en el que por momentos no sabíamos si llevábamos la
dirección correcta, de repente tras un tramo algo sucio de sendero atravesamos
un nuevo tramo de tartera con mucha piedra. Descendimos a un pequeño riachuelo
y tras seguir una pista unos metros nos desviamos hacia una zona muy rocosa, de
repente ante nuestros ojos observamos una lengua enorme de piedras por donde
debíamos ascender. Por suerte el ascenso no era igual que el descenso y las
piedras resbalaban mucho menos, la subida era dura porque la inclinación era
considerable.
Una vez terminamos de subir comenzamos a descender por un
sendero, llegamos a una pista y la vista que se abría ante nosotros era
espectacular. Los colores del otoño mostraban todo su esplendor en las montañas
del valle, descendimos por la pista hasta una ermita con una especie de
merendero. Después ascendimos un pequeño tramo hasta que ya iniciamos la
bajada, el pueblo de Capafonts ya se veía al fondo y nos quedaba muy poco para
llegar. Llegamos al pueblo después de subir una rampa de asfalto, después nos metimos
en las calles del pueblo. Pasamos por una calle que se llamaba el calvario y
comenzamos a descender, se nos estaba haciendo muy largo el trayecto hasta el
avituallamiento. De repente cuando estábamos bajando nos encontramos con
Cristina y Maite que acababan de llegar al pueblo, fuimos los cuatro juntos
hasta el avituallamiento que estaba situado en una especie de sala de actos.
Subida muy dura por tartera. |
Aprovechamos que el
avituallamiento estaba en un sitio cerrado para sentarnos a comer y recuperar
fuerzas, Vicenç aprovechó que Maite estaba allí para que ella le hiciera unas
friegas con la crema para la espalda. Yo aproveché que estaba Cristina para que
me ayudara a llenar los bidones, cambiarme de calcetines y ayudarme a ponerme
los guantes, tras unos 15 minutos nos volvimos a poner en marcha.
Recuperando fuerzas en Capafonts. |
Llevábamos
unas dos horas de margen con el corte horario y estábamos los últimos de la
carrera, por lo visto la gente iba muy rápida y había habido algunos abandonos.
Tras salir del pueblo descendimos hasta una riera y seguimos por la carretera
unos metros hasta desviarnos, comenzamos a subir por un sendero y poco a poco
íbamos ganando altura. Parecía que la lluvia había dado una tregua así que
comenzaba a tener mucho calor subiendo, tras un rato subiendo ya no pude más y
le dije a Vicenç que yo me iba a parar a quitarme el chubasquero y los guantes.
Continuamos subiendo por el sendero y atravesamos un paso que parecía un
puente, era una gran roca que formaba un paso natural impresionante.
Atravesando un paso natural impresionante. |
Una vez
arriba comenzamos a descender y llegamos a la carretera, la atravesamos y
comenzamos a descender por un sendero muy cerrado que parecía que nos hacía
descender al inframundo. Entre bromas íbamos imitando a Golum del señor de los
anillos, así de repente y tras una bajada embarrada llegamos al avituallamiento
del Toll de l’Olla.
Estábamos en el km
50 o sea que llevábamos la mitad de carrera, teníamos pocas horas de luz y
debíamos intentar hacer los máximos kilómetros con luz y aprovechar que había
dejado de llover. Tras salir del avituallamiento nos encontramos con un
espectacular salto de agua (el Toll de l’Olla) descendimos por un paso equipado
con una cuerda que salvaba un salto desde una piedra, solo llegar al paso y poner
un pie sobre la roca pegué un resbalón que me tuve que agarrar a un árbol que había
junto a la cuerda. Bajé con mucho cuidado porque resbalaba muchísimo, una vez
abajo el sitio era espectacular, un espectacular salto de agua con una pequeña
balsa de agua.
No vimos ningún puente para atravesar así que tuvimos que
mojarnos los pies y cruzar por el medio, una vez al otro lado comenzamos a
ascender por un sendero bastante tapado por la vegetación. Salimos a una pista
que comenzamos a ascender unos metros hasta que llegamos a un desvío que nos
metió en un sendero, comenzamos a ascender por un bonito sendero con una
inclinación considerable. Volvía a tener mucho calor y me costaba avanzar, aun así
subía a un ritmo algo más alto que Vicenç. El sendero subía y subía y no
parecía tener fin, atravesamos alguna zona donde llaneábamos atravesando
pequeñas tarteras. No veíamos donde podía estar el final de la subida y para
postre estaba anocheciendo y la visibilidad era bastante escasa, llegamos a una
zona con muchas raíces donde apenas se veía pero se intuía que estábamos
llegando a la cima. Así por fin llegamos a la cima de els Quatre Batlles, ya
casi era noche cerrada así que nos tuvimos que parar para colocarnos el
frontal.
También había bajado la temperatura así que me volví a poner el
chubasquero y los guantes, seguimos nuestro camino siguiendo una pista para
posteriormente bajar por un sendero atravesando balmas y caminar junto a un
acantilado. La noche era oscura y además al no haber pueblos ni casas la
sensación de oscuridad en los bosques los hacía más tétricos. Seguimos
descendiendo atravesando bosques y descendiendo por senderos repletos de
piedras hasta que llegamos a una especie de carretera. Comenzaba a llover otra
vez y seguimos descendiendo por la carretera, le comenté a Vicenç que si seguía
lloviendo a lo mejor era buena idea dejar la carrera en el Pinetell. Nos tocaba
afrontar la parte más técnica de la carrera y si llovía iba a ser muy
peligroso, de repente aparecieron dos voluntarios que nos comentaron que
llegábamos a la Bartra y que éramos los últimos. Lo de ir los últimos no nos
preocupaba, pero el tiempo y a lo que teníamos que enfrentarnos era lo que nos
tiraba hacia atrás. Decidimos no parar en el avituallamiento porque el Pinetell
solo estaba a tres kilómetros, comenzamos a subir por un sendero bajo una
intensa lluvia. Yo le comenté de nuevo a Vicenç la opción de dejarlo en el
Pinetell pensando en nuestra seguridad, físicamente no estábamos mal, pero a
Vicenç le molestaba la espalda y yo tenía el pie derecho bastante tocado. El me
dijo que dudaba y yo le dije que si el continuaba, yo continuaba porque no lo
iba a dejar ir solo por la zona chunga de la carrera. Seguimos subiendo y
bajando por el sendero paralelos a la carretera hasta que por fin llegamos al
Pinetell, estaba lloviendo bastante y vimos mi coche aparcado. En la carpa del
avituallamiento nos esperaban Cristina y Maite, estuvimos hablando con los de
la organización y nos comentaron que no iban a suprimir el tramo técnico. Nos
dijeron también que era bastante peligroso, también nos dijeron que tenían órdenes
de en el siguiente avituallamiento no dejar pasar a nadie si no iba bien. Todos
esos factores nos llevaron a tomar la decisión de abandonar allí. Tomamos la
decisión correcta ya que estaba lloviendo mucho y no queríamos sufrir en el
tramo técnico, además Cristina y Maite estaban allí y podríamos ir con ellas de
vuelta a Montblanc. Después de tomar algo de comer y reponer fuerzas nos fuimos
los cuatro de vuelta a Montblanc, quedamos para ir a desayunar el día
siguiente.
El Toll de l'Olla. |
En la cima de els Quatre Batlles. |
62 Kilómetros
4000 Metros de
desnivel positivo
3730 metros de desnivel
negativo
7730 metros de
desnivel acumulado
15:34 Horas
En conclusión,
acabamos la temporada de carreras de larga distancia con un abandono. Un
abandono que no duele como otras veces que he tenido que abandonar, esta vez no
ha sido por estar muerto físicamente o por haber tenido una lesión sino por precaución.
Con respecto a la carrera decir que es brutal, el recorrido es una pasada, una
de las más duras que he hecho hasta el momento y además con las condiciones
climatológicas se ha hecho mucho más dura. La señalización era perfecta y muy
difícil equivocarse de camino, los avituallamientos estaban bastante bien pero
quizás faltaba algo más de solido, los voluntarios como siempre de 10 porque
aguantar horas en un control con lluvia y frio es para admirar. Ha sido un
placer compartir kilómetros con Vicenç, lástima que físicamente no estuviéramos
los dos en nuestras mejores condiciones y no haya podido ayudarlo a finalizar
una carrera de cinco puntos este año. Agradecer a Cristina y Maite que a pesar
del mal tiempo nos hayan ido a ayudar a todos los avituallamientos que han podido,
una de las razones de no continuar fue no preocuparlas por saber como estábamos
si estaba lloviendo. De cara al año que viene quizás esta sea una de las
carreras a tener en cuenta, este año ha sido un gran año donde deportivamente
no me puedo quejar así que seguimos sumando experiencias.
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